14.11.08

hacer algo

estos días, entre otras cosas, estoy leyendo 2666 de roberto bolaño. estoy precisamente en el capítulo de los asesinatos de mujeres que él situa en santa teresa, pero que en realidad suceden en ciudad juárez.

esta mañana, la segunda noticia que leí en the guardian era sobre la muerte de otro periodista más en ciudad juárez.

esta es la nota de prensa (necrológica) que han publicado sus compañeros de El Diario -

Periodistas de El Diario

El cobarde asesinato de nuestro compañero y amigo José Armando Rodríguez Carreón nos obliga a los periodistas de El Diario de Ciudad Juárez a manifestar lo siguiente.

Entre el dolor y la indignación, debemos señalar que el Estado mexicano ya no puede garantizar ninguna de las libertades y derechos fundamentales de los ciudadanos, ya sea ejercer la libre empresa, acudir a la escuela, ir a comer a un restaurante, visitar un salón de baile o profesar la libertad de prensa. Nadie está seguro en ninguna parte, ni siquiera en el interior de su casa.

La sociedad ha sido despojada de los espacios públicos que le pertenecen, ha sido privada de su tranquilidad, de su libertad a decidir actividades y salir a la calle, de emprender un negocio que genere empleos e ingresos. Está segregada de su propio espacio y de su propio derecho.

En ese contexto, el periodismo se ha convertido en una profesión de alto riesgo, algo que es muy grave si se considera que la libertad de expresión le pertenece, precisamente, a la ciudadanía.

La muerte de Armando Rodríguez, un icono del periodismo juarense, es un atentado directo a la libertad de prensa, a la libertad de dedicarse a una profesión que se estudió en la universidad, a la libertad de vivir...

Su muerte representa un nuevo despojo, el de la libertad de expresión y esto es algo peligroso porque es otro derecho que puede serle arrebatado a la ciudadanía por la fuerza de las balas, favorecida por la ineficiencia oficial.

Los grupos del narcotráfico deciden quién vive y quién muere, y de esa manera avanzan en su afán de llegar a controlar toda actividad en nuestra ciudad. Nadie los ve, nadie los detiene, y eso nos hace preguntarnos si realmente hay alguien entre las autoridades que quiera aprehenderlos.

¿Quién? ¿Por qué? ¿Quién seguirá? ¿Hasta cuándo durará esto? Nadie lo sabe, pero se antoja como única respuesta posible que todo esto prevalecerá hasta que los narcotraficantes quieran, en perjuicio de la población.

Más allá de esto, los periodistas de El Diario ratificamos nuestra vocación de comunicadores, de informar a la ciudadanía, de servirle porque es de ella, precisamente, el derecho a la información.

No daremos un paso atrás porque eso sería consolidar un nuevo despojo en perjuicio de nuestro público. Al contrario, honraremos la memoria de nuestro amigo y compañero con mayor dedicación y trabajo.

El mejor homenaje a su recuerdo será nuestro diario quehacer periodístico, y el mejor acto de justicia que puede hacérsele es esclarecer su muerte y castigar a los culpables.

Independientemente de los resultados de la investigación que se realice sobre este cobarde asesinato, ya nadie podrá restituirnos a Armando Rodríguez, al periodista, al comunicador, al ser humano con quien compartimos años de amistad.

A pesar de la muerte, su voz no pudo ser acallada porque en este momento ya se multiplicó más allá de las fronteras internacionales y unificó al gremio periodístico.

Mientras tanto, su viuda y sus tres pequeños hijos podrán sentirse orgullosos por la vida de trabajo y profesionalismo que con tanto amor les dedicó.

Armando, te queremos y te extrañamos...

Periodistas de El Diario

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